Ser padre. Un hogar: Dejar la individualidad para transformarla en una comunidad con vínculos amorosos y sentido de responsabilidad
Por Abraham Bote Tun
Mientras cargaba por primera vez a su hijo recién nacido, llamado León, el miedo que podía tener antes, se desvaneció ante sus ojos; el sentimiento se transformó en una gran responsabilidad, emoción y valentía de criar de la mejor manera a un ser humano. Le dio su primer abrazo cálido. Lo vio a los ojos. Sin decir palabras, se reconocieron como parte de un todo, de un hogar.
Su lado individual y personal transmutó a una colectividad. Una urgencia de crear comunidad llena de vínculos afectivos, amorosos. De crear recuerdos que puedan almacenarse en el alma, en el corazón. Una casa llena de juguetes, de juegos, de abrazos, risas y caricias, de ternura inconmensurable. Que pase lo que pase, que, si el mundo se viene abajo, jamás estará solo. Que, por su hijo y su pareja, vale la pena despertarse todos los días y mirar el sol, las estrellas y el mar.
“El ser papá es increíble, el ver la sonrisa de tu hijo, ver como duerme; cada cosita mínima que hace es como una celebración de que lo está haciendo bien, el saber que ve, que escucha, es como muy gratificante, y no lo cambiaría por nada”; expresa Javier Escalante
Datos que nunca olvidará: Su primer hijo, quien ahora tiene 6 meses, vio la luz del mundo el 20 de diciembre; a las 8:24 de la mañana de la mañana. Pesó 3 kilos con 380 gramos.
Javier comparte sus experiencias como padre primerizo. Su etapa de disfrutar a su familia. Sus amores. Cómo visualiza el mundo ahora luego de ser padre, y la manera en que quiere criar de manera responsable a su amor, junto con pareja, Nallely Barrera. Como quiere ejercer una paternidad responsable, apego seguro y una crianza basada en el amor y la ternura, y dejar de replicar los estereotipos que hay hacia el padre, como una figura violenta y ausente.
Durante este camino de su paternidad, ha observado que, aunque no quieren, el mismo sistema social, laboral, que genera una desigualdad entre el padre y la madre. En la crianza. En el apego emocional, en los permisos por paternidad y maternidad, en el trabajo entre otras cosas. “A pesar de que ha habido esfuerzos, de que somos conscientes, nos hemos percatado que siempre hay una desigualdad, hacemos esfuerzos para minimizar esta desigualdad, pero al final le encuentras”.
Por ejemplo, explica, en el caso de la mamá desde que amanece tiene que estar más pegada al bebé, a lo mejor por el tema de la alimentación, de la leche materna-
En su caso, él sale de la casa a las 9:10 de la mañana para ir al trabajo y de alguna manera continúa con su vida profesional “como como si no hubiera pasado nada”, mientras que la mamá sigue en un espacio de cuidado con su hijo hasta las 4 de la tarde.
Después de eso, sigue con sus labores profesionales. “Yo puedo estar en mi trabajo, estoy desconectado un rato, pero ya ella no, de una u otra manera, aunque no lo queramos, continúa con las labores de la maternidad, continúa lavándole una mamila o cambiarle el pañal bien o que se duerma”.
Ante este panorama, los fines de semana se enfoca en hacer todos los cuidados que por su carga laboral no pudo hacer como quisiera entre semana. Lo baña, le da de comer, mientras la madre puede descansar.
Javier reconoce que a la mayoría de los hombres no nos educan para reconocer y expresar nuestras emociones, ni la importancia o qué significa el ser papá. Entonces, cuando se enteró que “estábamos embarazados”, le entró un sentido de responsabilidad, pero sobre todo de temor, pero no solamente el miedo de tener un bebé, sino una preocupación igual por el medio ambiente, el cambio climático, la economía, si nace con alguna enfermedad, y calidad de vida que puede ofrecerle a su hijo.
“Me dio me dio miedo de saber qué era lo que venía respecto a este pequeño y si estamos tomando la mejor decisión; si de verdad estamos tomando la mejor decisión, al final obviamente nos convencimos de que, si era una muy buena decisión”, expresa.
Aunado a esto, los estereotipos creados por la sociedad también invadieron su mente: Ser el proveedor de la familia, que tiene la responsabilidad de resolver todos los problemas dentro de una familia. “Me entró como mi lado proveedor, de resolver qué pasaba si el bebé venía con una discapacidad, dónde iban nacer, si en un hospital público o privado, con qué dinero; su educación; esta parte a mí me agobia como mentalmente”.
¿Qué te ha enseñado ser padre estos meses, cómo ha cambiado tu perspectiva del mundo?
“Yo siempre había pensado que soy una persona, soy un individuo y aunque pueda estar con alguien más o pueda tener una relación, siempre cuido mi individualidad…pero con un hijo ahora todo cambia; quiero estar ahí para cuando él me necesite, para poder orientarlo, ayudarle a su educación, en dudas, yo quiero estar ahí”.
Además, ahora es más precavido para que su hijo tenga un padre durante muchos años. “La única manera de hacerlo es estando”.
Javier sabe que lo más importante es que su hijo sea feliz, que sepa que en él podrá encontrar no sólo un padre, sino a un amigo con quien compartir cosas y vínculos de amor. “Tengo un contraste con la relación que tengo con mi papá y quiero hacerlo mejor y de manera distinta, quiero que mi hijo normalice decirle te amo a tu papá y que sepa que ahí voy a estar, que sepa que voy a darle seguridad, autoestima, confianza, que lo voy a motivar y que tiene un amigo”.
¿Qué sensaciones experimentaste al ver a su hijo por primera vez?
“Estuve durante el parto, luego poder abrazarlo a los 5 minutos de que nazca fue un sentimiento de emoción, nerviosismo y no podría creer que estoy cargando un nuevo ser humano y que es mi hijo o que soy el encargado de su educación, de construirlo de una manera de responsable y ética”.
El padre agrega: “Ver una persona nueva, recién salida de un vientre es impactante; porque ves sus ojos, sus dedos”.
¿Cuáles han sido los obstáculos que has atravesado durante estos primeros meses?
Javier tuvo el “privilegio” de estar con su bebé un mes con la mamá y con el bebé durante un mes, luego de que nació, pero es un derecho que no todos los papás pueden acceder, pues el trabajo no se los permite, les dan una semana cuando mucho, aunque otros padres ni le interesa cuidar a su hijo recién nacido.
“Hay muchas cosas que hacer, la mamá no puede con todo, esto me da como un grado mayor de responsabilidad; cuando pienso que el sistema que dice que a la mamá se le da unos días que creo que es insuficiente, en comparación con el papá, el sistema realmente orienta a que la educación caiga en manos de la mamá”.
Si bien, afirma que no existe un manual sobre cómo ser papá, Javier se documentó, leyó libros sobre paternidad, la crianza responsable, el apego seguro, la alimentación, la importancia de la leche materna, cuidados sobre la estimulación.
También ha experimentado como persisten los estereotipos y roles de género, ha recibido “felicitaciones” por familiares y amigos por hacer algo relacionado con el bebé, cuando los cuidados son compartidos.
“Yo fui el primero en bañar al bebé porque la mamá no podía, pero casi recibí aplausos por ser un papá que lo estaba haciendo, y no estoy haciendo nada del otro mundo”.
La figura del padre durante fue una figura que estaba ausente en el cuidado del hijo, tanto en el físico como emocional, incluso hay personas que relatan que sus padres no los abrazaron de bebés, de infantes, ya sea por miedo o indiferencia. Luego crecemos y tenemos dificultades de comunicar nuestras emociones, de dar un abrazo sincero, cálido y afectivo y lo reemplazamos por golpes y regaños.
Consciente de esto, Javier quiere algo diferente para León. Reconoce la importancia del abrazo y las muestras de afecto. “Es tu hijo, cómo le puedes privar de este afecto, de este abrazo”.
Al final manda un mensaje: “Hay que romper con esas violencias, agresiones que vivimos con nuestros padres o que creemos que vamos a replicar con nuestros hijas o hijos; la paternidad es educar a una persona responsable, consciente de sus privilegios, consciente de los demás, del ambiente y el abrazo constante que le doy a mi hijo”.