La maternidad debe ser deseada, no es una obligación

Más que instinto materno, prevalece un instituto de supervivencia

Mujeres reflexionan sobre la complicado de la maternidad

Por Abraham Bote Tun

Fotografía: Cecilia Abreu

Para Laura cuando era más joven, no había más opciones que casarse y tener hijos; no tenía la posibilidad de estudiar alguna carrera o aprender algún oficio, ya que lo poco que tenían sus padres era destinado para sus hermanos, aunque ninguno logró culminar una carrera.

En algún momento pasó por su mente ser maestra, pero este pensamiento se fue desvaneciendo con el paso del tiempo, con la llegada de los primeros hijos, confiesa la mujer desde la sala de su casa, mientras cocina frijol con puerto, el favorito de su nieto. Se casó y al poco tiempo tuvo su primer hijo cuando apenas rebasaba los 20 años. De ahí, su rol principal fue el de ser madre, cuidadora del hogar y ahora es abuela, sin embargo, confiesa que le hubiera encantado poder dedicarse a la docencia.

Ayuda a su nieto con las tareas y la escuela en línea. “Al menos le puedo enseñar a leer y a multiplicar, aunque ya me cuesta más trabajo”, indica entre risas-.

Mujeres comparten sus testimonios y reflexionan sobre la complicado que ha sido el ser madres, dejan a un lado ese discurso romántico, alejado de la realidad, de que ser madre “es el mejor trabajo del mundo” o que “no hay nada más hermoso que el ser mamá”. Si bien, aclaran que aman a sus hijos e hijas más que a nada en el mundo, se sinceran y afirman que el camino ha sido complicado, han dejado sueños, metas, o éstas se demoraron más de lo planeado. Coinciden en que no volverían a pasar por este proceso, otra vez.

Las entrevistadas, a quienes se les cambió el nombre a petición de anonimato, comentaron que sus hijos e hijas no fueron planeados, la mayoría eran jóvenes y por miedo a que las juzguen, falta de información o redes de apoyo, decidieron tener a sus hijos. No obstante, otras comentan que la misma sociedad las orilla a tener le producto, como una especie de “culpa” o castigo que deben cargar por su supuesta irresponsabilidad.

Fotografía: Cecilia Abreu

A su vez, condicen en que se juzga más severo a las madres, principalmente la misma familia, que, a los padres, quienes suelen estar más ausentes; sobre todo por la manera en que crían a sus pequeños, o porque se dan un tiempo para divertirse, las tildan de “malas madres”, pues su obligación primordial debe estar siempre al cuidado y pendiente de sus hijos e hijas.

Leti comenta que ella tuvo a su hija cuando tenía 25 años. No fue planeada, en ese momento no pasó por su mente el aborto por prejuicios que ella misma cargaba, pues recibió una educación donde este tipo de acciones estaban mal.

Su vida cambió por completo, primero sus intenciones de irse a estudiar una maestría fuera del país se truncaron, ya la habían aceptado en tres escuelas; pero hasta el momento no ha podido hacerlo. “Son planes que, por lo menos ahora, no podría retomar, porque sí pienso muchas cosas, el ofrecerle algo fijo a mi hija”, expresa.

Preocupación constante

Además, desde que nació su hija, su vida se llenó de una preocupación constante, algo que ha sido muy agotador, física y mentalmente, y estresante; una paz y tranquilidad que no podrá sentir de nuevo, o al menos en un largo tiempo. “Estoy constantemente preocupada, ya no vuelves a estar tranquila, porque siempre hay algo de que preocuparse, en temas de salud, seguridad física, económica, emocional: Esa carga de estar presente siempre para ella”; subraya.

Ella consiguió un trabajo fuera de Yucatán para poder mantener a su hija, donde podría ganar más recursos a lo que podría ganar en el estado, además le sirvió para alejarse un poco de los prejuicios, no obstante, su misma familia le ha recriminado de que “Ningún trabajo vale para estar lejos”, o que “no es justo para su hija crecer alejada de su familia”.

Como si por ser madre, señala, perdiera el derecho a realizarse profesionalmente.

Falso amor a primera vista

A Leti comentaron que cuando tenga a su bebé en sus brazos iba a conocer el verdadero amor e iba despertarse en ella un instinto materno, una conexión inmediata y especial, pero confiesa que esto no fue así. “Nació, vi mi hija y dije que es una personita que me necesita, pero, en ese momento no sentí ese amor, esa conexión y lazo automático que me dijeron que sentiría, no siento”, platica. Este amor se fue formando con el paso de los días, y ya pudo decir “Sí daría mi vida pro esta persona”.

Instinto de superviviencia

Para Alejandra, otra madre, más que este instinto maternal, ella experimenta un instinto de supervivencia. Estar pendiente todo el tiempo de que no le puede pasar nada a a ella porque esta persona, su hijo, depende de ella, y tampoco le puede pasar nada a él porque es un ser vivo. “Tengo que cuidarlo porque está expuesto en este mundo que es malo”; comentó.

Su hijo tampoco fue planeado, se enteró que estaba embarazada cuando el producto tenía cinco meses de gestación y era menor de edad. Dejó la escuela, su madre y padre ya no le quisieron pagar los estudios de la preparatoria y hasta la fecha, no ha podido retomarlos.

Perdió contacto con sus compañeros y compañeros, ya no podía salir a reuniones o actividades que suelen hacer las y los y jóvenes a esa edad. Si bien, sus padres la apoyaron en todo momento, ella tuvo que trabajar y junto con el padre de su hijo tuvieron que ver todos los gastos que se requieren en el cuidado de un hijo.

La entrevistada comenta que sin duda las personas juzgan más a la madre, por ejemplo, recientemente, al quedarse sin trabajo y sin un sustento seguro económico, su hijo se fue a vivir con su padre, sin embargo, escucha una voz constante que le dice que los abandonó, que es una mala madre, principalmente de sus familiares cercanos.

Además, cuando el menor empezó a crecer, y tuvo tiempo para salir de nuevo a divertirse un rato, también fue criticada, no la bajaron de irresponsable, pero si el papá hace lo mismo, nadie le dice nada, o no con la misma intensidad.

En retrospectiva, afirma que sí le hubieras gustado estudiar una licenciatura, educación hubiera sido la carrera perfecta y con la experiencia que ya tiene, la información no hubiera tenido a su hijo. “Suena egoísta y me dicen que no lo amo por pensar eso, pero esto no demerita ese amor que siento ahora”; comenta.

Muchas mujeres deciden tener a sus hijos, a pesar de no tener los recursos o no estar preparadas emocionalmente, pues creen que deben cargar con el embarazo porque “es lo que les tocó vivir”, y saben que no las van apoyar, sino las van a juzgar, subraya.

En el caso de Laura, es similar, tuvo a su hijo cuando tenía 19 años de edad y no fue planeado, no obstante, ha recibido en todo momento el soporte económico y emocional de su madre, lo que le ha ayudado mucho para poder desarrollarse en varios ámbitos. Si no hubiera sido por esto, seguramente no habría podido terminar la escuela y trabajar desde temprana edad.

El instinto materno no existe, afirma sin temor, tampoco ser madre es el mejor trabajo del mundo. “Sí me gusta ser madre, pero no quisiera tener otro hijo”, confiesa.

Sabía que en ese momento no tenía nada para ofrecerle a su hijo, en el aspecto económico, sobre todo, pero al no tener suficiente información, aunado a la presión social y del médico, decidió tenerlo al final.

Cualquier decisión que tome tiene que estar pensada y planificada en no perjudicar a su hijo, pero la vida de su padre continua de una manera sin pensar esto, no está incluido su propio hijo. “Él puede no hacerse cargo y no recibe el mismo castigo social, si yo decido un día irme de fiesta, puede no estar presente y no hay una repercusión social como la habría si yo fuera una madre ausente”; comenta.

En conclusión, las madres recomiendan a las mujeres planificar correctamente el tener hijos, que no sólo por el hecho de ser mujer, deben ser madres, pues la maternidad debe ser planeada, deseada, no debe ser impuesta, no es una culpa que se debe cargar ni es una obligación.

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