El Estado debe propiciar espacios donde se privilegie el bienestar de la maternidad y la crianza de las infancias

Condiciones sociales y políticas dejan a las madres en desprotección: enfrentan problemas de ansiedad y depresión

Por Abraham Bote Tun

Ilustración Laura Arias. Publicada originalmente en Zona Docs

La psicóloga Regina Carrillo R. Valenzuela reflexiona: “Ciertamente las madres somos increíbles, pero también somos mujeres multidimensionales, con necesidades, deseos y anhelos dentro y fuera de nuestra dimensión de madres, y tenemos derecho a que la sociedad entera se involucre en el cuidado de las infancias y las familias, de tal forma que nosotras podamos continuar desarrollándonos en lo que queramos y que esto no sea cuestión de privilegio, sino de decisión”.

El Estado y la ciudadanía deben propiciar espacios donde se privilegie el bienestar de la maternidad y la crianza de las infancias de manera saludable, además toda la sociedad debe involucrarse de manera responsable, indicó Carrillo R. Valenzuela.

De acuerdo con la especialista, las mujeres que son madres padecen ansiedad, estrés, depresión y otros problemas de salud mental, los cuales son generados en su mayoría por factores externos sociales, como las condiciones laborales, el mismos sistemas que las culpabiliza.

En su experiencia de acompañamientos a muchas madres desde la psicoterapia, estos problemas no es una condición propia de la maternidad, es decir no es algo que venga “dentro del paquete al ser mamá, sino que el contexto social y político deja a las madres en una situación de desprotección; lo que hace que sean más proclives a presentar depresión, ansiedad, entre otros, ya sea durante el embarazo, el posparto o en los primeros años de sus hijes.

Para la Regina Carrillo, vivimos en una sociedad esquizofrénica, pues por un lado sacraliza la figura materna, a través del discurso de que el fin último de las mujeres es convertirse en madres, pero por otro lado una vez que se opta por la maternidad nos dejan solas.

Hay, agregó, desprotección laboral, al momento de anunciar su embarazo las despiden, no hay condiciones para la maternidad, la lactancia en los centros laborales.“Para poder ser madre y que sea compatible con la vida”, indicó.

Además, añadió, a los 30 días de que nació el bebé o a los tres meses, la mujer tiene que regresar a trabajar.

“En los últimos dos años he tenido el gran honor de que muchas mujeres madres me permitan acompañarles en procesos terapéuticos en donde justamente hemos podido nombrar las luces y las sombras de la maternidad, las representaciones de maternidades “perfectas” que generan expectativas inalcanzables, las violencias y opresiones estructurales de este sistema patriarcal que desprecia las labores de cuidado y crianza al no reconocerlas como trabajo, la soledad de los pospartos invisibles, de la falta de derechos laborales que sean realmente (y ahora sí) pro familia, pro infancias, pro cuidados”, manifestó.

Crianza violenta, síntoma del sistema

La integrante de Apis Sureste indicó que la crianza violenta es un síntoma de la cultura en la que vivimos, y al alto estrés que están sometidas muchas madres, sobre todo quienes no cuentan redes de apoyo. “Cuando una madre se siente solo es mucha mañas fácil que se canse y que pierda la paciencia con sus infancias”, indicó.

Muchas mujeres, precisó, hacemos lo que podemos con lo que tenemos, entonces muchas veces estos factores pueden generar una crianza violencia, lo que también ocasiona culpabilidad.

Ante este panorama, la psicóloga indicó que el Estado debe generar políticas públicas que protejan a la maternidad y a las infancias, porque si las deja desamparadas esto hace complicado la labor de la crianza.

Por lo tanto, propiciar los espacios donde se privilegie el bienestar de la mujer que decide ser madre, que no esté sometida a trabajos que pongan en riesgo su integridad, que el estar embarazado no sea motivo para que sea despedida.

Las personas que optan por la maternidad deben tener espacios para poder ejercerla en su sus centros laborales; además que se tiene que hacer un cambio cultural.

Es decir, agregó, no sólo las mamás son responsables de la crianza de la niñez, sino los padres y la mismos sociedad.
Las nuevas corrientes relacionadas con la crianza respetuosa son buenas, reconoció, pero no las debemos usar para medir que tan buena o mala madre o padre es una persona”-

Ya que, explicó, no hay igualdad de condiciones, sociales ni laborales, ni todas las personas tiene acceso a la misma información.

Por ejemplo, dijo que muchas madres se sientan culpables por no ejercer una lactancia materna exclusiva o por no tener un parto vaginal.

En muchos casos no existen las condiciones laborales para poder hacerlo. “El problema no está dentro de ellas, sino dentro del sistema”, recalcó.

De no atender esta situación, advirtió que las mujeres presentarán más problemas de depresión, ansiedad, estrés; y las infancias crecerán en entornos violentos; que tendrá repercusiones en sus vidas.

Por eso, hizo un llamado a las autoridades a propiciar espacios adecuados para las mujeres; para que la crianza respetuosa sea accesible y que no tenga costos emocionales altos ni de culpa.

Compartir