Va a la marcha, y luego recubre pintas de su negocio

Miriam Peraza dueña del restaurante de comida yucateca Manjar Blanco, dijo que las pintura se puede borrar, pero la sangre de las mujeres asesinadas nunca

Colaboración de Javier Escalante / Fotos de Martha Chan y Leslie Santos

Doña Miriam Peraza Rivero es una reconocida cocinera tradicional, desde hace 10 años es propietaria del restaurante Manjar Blanco; el pasado 8 de marzo se unió a las miles de mujeres que se movilizaron por el Día Internacional de la Mujer, al día siguiente, con plena conciencia de la lucha, le tocó borrar las pintas sobre las paredes de su negocio.

El establecimiento se encuentra enfrente del Parque de Santa Ana de Mérida, sobre la calle 47, y al igual que otras decenas de comercios, paredes y monumentos, fue rayado como si fuera un mural que sirve para dejar constancia de la violencia histórica que viven las mujeres en México, en donde se siguen registrando 10 feminicidios todos los días.

A ella se le vio en la marcha, fue de huipil y pañoleta, cantó consignas y se convirtió en una de las voces que hicieron retumbar la avenida de Paseo de Montejo al grito de justicia.

“No hay nada que con pintura y thinner no se pueda quitar, las pintas se vuelven a recubrir, pero la sangre de las mujeres asesinadas es imposible de borrar”, expresó.

Uno de los motivos que la hizo participar en la marcha, fue el feminicidio de su amiga de Emma Gabriela Molina Canto, la joven mujer que fue ejecutada en el 2017 por orden de su ex pareja Martín Alberto Medina Sonda, quien permanece en un penal recluido.

Doña Miriam, marchó junto con la madre de Emma, doña Ligia Canto, a quien dijo, estima mucho.

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