¿Y quién juzga a los jueces?

Por Abraham Bote Tun

Por años, hablar del Poder Judicial en México ha sido sinónimo de frustración, de puertas cerradas, de impunidad blindada por togas y protocolos. Pero este 1 de junio, algo distinto está en juego. Por primera vez en la historia reciente, la ciudadanía podrá participar en una elección que pone en la mira a quienes han estado tradicionalmente por encima del escrutinio público: las y los jueces.

Claro que hay dudas. Claro que hay críticas. Pero detenerse solo ahí es ignorar el hartazgo legítimo de una sociedad que ha sido pisoteada una y otra vez por un sistema judicial sordo y elitista.

Votaciones Poder Judicial

Un sistema que, como en 2018, fue capaz de expulsar a una mujer mayor de un evento oficial del Poder Judicial por el simple hecho de atreverse a hablar, de intentar ser escuchada. A nadie le importó su caso. Nadie preguntó su nombre, su historia, su dolor. Prefirieron seguir con su ceremonia impecable, llena de solemnidad vacía.

Esa escena, aunque pequeña, es el retrato perfecto de lo que ha sido la justicia en este país: una institución que finge neutralidad, pero que protege a los poderosos.

Y el hartazgo ciudadano, ese que muchos intentan minimizar, es real.

Claro que gran parte del problema está en las fiscalías: investigaciones mal hechas, carpetas llenas de irregularidades, detenciones ilegales, confesiones obtenidas bajo tortura. Pero no se puede ignorar lo que también ocurre en los juzgados. Hay corrupción, negligencia e impunidad institucionalizada.

Casos como el de Marisela Escobedodonde el asesino confiesa en pleno juicio y aun así lo dejan libre—, son apenas una muestra del horror. Como ella, muchas personas inocentes han terminado en la cárcel por delitos que no cometieron. Y quienes deberían responder ante la ley, caminan libres gracias a jueces que venden la toga al mejor postor.

El reportaje “Jueces sin castigo” de Quinto Elemento Lab lo documenta con cifras: en 24 años, solo 30 jueces y magistrados fueron destituidos de los más de 400 sancionados. Ninguna condena penal firme. La impunidad dentro del sistema es total. Y como lo advierte también el investigador Miguel Carbonell, el 99% de los delitos en México quedan sin castigo. No por falta de leyes, sino por un aparato podrido en muchos niveles.

Sí, hay voces que alertan sobre los riesgos de politizar la justicia con una reforma que plantea elegir por voto popular a los nuevos jueces disciplinarios. Pero ¿acaso el sistema actual es independiente, transparente o eficaz? Basta con recordar el silencio cómplice durante la veda electoral, cuando ministros de la Corte se reunieron con políticos, y no pasó absolutamente nada. Basta con googlear casos como el de Salinas Pliego, empresario que ha sido beneficiado por el mismo sistema que no puede —o no quiere— hacer que pague lo que debe al fisco.

¿Es esta reforma la solución definitiva? Probablemente no. Pero es un inicio. Porque por primera vez, quienes aspiran a juzgar también tuvieron que salir a las calles, dar la cara, hablar con la gente

¿Por qué es importante votar el 1 de junio?

Entonces, ¿por qué tanto escándalo por la elección judicial? ¿Por qué tanta alarma de parte de quienes gobernaron durante décadas sin permitirle a nadie cuestionar sus decisiones ni tocar sus instituciones?

Porque esta reforma, aunque imperfecta, les incomoda. Porque obliga al sistema a asomarse a la calle. Porque los obliga a hablar con la gente. Y porque por primera vez, la legitimidad no vendrá de una cúpula, sino de las urnas.

La doble moral de quienes ahora llaman a no votar

Las y los opositores —los mismos que claman defender la democracia— hoy llaman a no votar. Invitan al abstencionismo, a la desinformación, al miedo. Pero no desde una postura crítica y responsable, sino desde el berrinche político. Desde el odio a todo lo que no controlan.

El mismo PAN que aplaudió y encubrió a García Luna. El mismo PRI que convirtió al poder judicial en una oficina de favores. El mismo grupo que saqueó, reprimió y dejó al país sumido en crisis durante más de 80 años. Ahora vienen a decirnos que no votemos. Que la ciudadanía no está preparada. Que mejor dejemos las decisiones importantes a sus “expertos”. A los mismos de siempre.

Durante todos los años que Andrés Manuel López Obrador estuvo en la oposición, jamás llamó a no ejercer el derecho al voto. Por el contrario, siempre impulsó la participación ciudadana, incluso en medio de campañas de odio, mentiras difundidas por los medios más hostiles y ataques constantes. Convocó a marchas, plantones, consultas populares, pero nunca se apartó de la vía democrática ni dejó de votar.

Hoy, en contraste, la oposición miserable llama abiertamente a no ejercer el derecho al voto; son unos antidemocráticos aunque se disfracen de demócratas, de la mano de los mismos medios de comunicación y comunicadores que durante años han desinformado y manipulado.

Como bien lo señala el periodista Jorge Zepeda Patterson:

“…fue una pésima estrategia porque, al no reconocer que algo de fondo había cambiado (desde 2018), no entendieron la necesidad de transformarse para responder a las reivindicaciones de mayorías que se sentían dejadas atrás”.

Elección judicial 2024: ¿Qué dice la ciudadanía?

Pero los datos son claros: más del 70% de la población respalda esta elección judicial, según la más reciente encuesta de El País y Enkoll.

¿Es una solución definitiva? No. Pero es un punto de partida. Porque no puede haber justicia sin participación. Porque los jueces también deben rendir cuentas.

Podrán criticar el proceso, señalar errores, cuestionar perfiles. Todo eso es válido. Pero no se vale mentir, manipular, despreciar la voluntad popular y disfrazar de “democracia” su pánico a perder el control.

Por un nuevo poder judicial en México: urgente y necesario

No estamos ante una elección cualquiera. Estamos frente a una oportunidad histórica para abrir, por primera vez, un espacio de participación ciudadana en uno de los poderes más cerrados y corruptos del país.

Y si eso incomoda a los de siempre, algo estamos haciendo bien.

Así que sí: el 1 de junio importa. Porque un nuevo poder judicial no solo es necesario. Es urgente.

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