Reflexiones sobre la serie Adolescencia de Netflix: la violencia, la crianza responsable y la salud emocional

Por Abraham Bote Tun y Tere FIgueroa

La serie Adolescencia de Netflix es una obra conmovedora y desgarradora que retrata la historia de un niño de 13 años que comete un asesinato al matar a su compañera de clase. A través de esta trama, de 4 episodios filmados todos en un plano secuencia, es decir que no hay cortes de cámara. nos adentramos en la psique de este adolescente para descubrir qué lo llevó a cometer un acto tan brutal.

La serie nos invita a reflexionar sobre los efectos de una crianza violenta y la importancia de una crianza responsable, que no solo se basa en evitar el abuso físico, sino también en escuchar y acompañar a nuestros hijos.

La capacidad para gestionar emociones como la ira, el rechazo y la frustración es esencial, y los padres deben estar presentes para guiar a sus hijos en ese proceso. Además, la serie toca temas como la misoginia y cómo los jóvenes hombres replican conductas dañinas, lo que ofrece una crítica al tratamiento de las mujeres y las relaciones de poder en la sociedad.

Lo que más impacta de esta serie es que, aunque está ambientada en Inglaterra, aborda temas universales que siguen siendo problemas prevalentes, tanto en países desarrollados como en Latinoamérica, como el bullying, la baja autoestima y las dificultades emocionales.

Esta historia demuestra que, a pesar de las diferencias culturales y geográficas, los jóvenes enfrentan desafíos similares. Una de las lecciones más importantes es dejar de normalizar la violencia en la crianza, como el castigo físico, y centrarse en acompañar y entender a los hijos en su mundo emocional y virtual.

En una conversación “informal” a través del chat de Facebook con Tere, activista y defensora de los derechos humanos, surgieron reflexiones sobre la importancia de la salud mental, la justicia restaurativa y la necesidad de entender la psique de los adolescentes.

Este artículo recoge esos pensamientos, no solo sobre la serie, sino también sobre el entorno social y la atención a la salud emocional de los jóvenes, especialmente en contextos como Yucatán.

El impacto de las actuaciones juveniles en la serie

Tere, al igual que yo, quedó impresionada por la profundidad de las actuaciones de los jóvenes actores. Ella comentó:

¡Palamecha! Qué actorazos y actrices se están echando esos papeles. Desde los adultos hasta los chamaquites, es un machetazo. Ahora sí que Netflix lo logró con esta serie.

A medida que compartíamos nuestros pensamientos, la conversación se adentró en el tema de la crianza y el impacto de la violencia estructural en los niños.

La adolescencia sí adolece. Es impresionantemente fuerte la vulnerabilidad de esos niños que están pasando a ser esa otra cosa, con sus cuerpos cambiando a una velocidad enorme. Pienso que es una de las muchas etapas donde necesitamos no sentirnos solos, pero también cuidar los acompañamientos —dijo Tere.

La violencia estructural y sus efectos en los jóvenes

La serie aborda temas como la ira, el rechazo y la misoginia, mostrando cómo los jóvenes replican conductas tóxicas heredadas del hogar o la sociedad.

Tere recordó su juventud:

Yo hice la secundaria de 2006 a 2008. Facebook apenas comenzaba, y el internet era algo que solo podías usar en los cibers. Todo lo que tenía que ver con sentirte parte del mundo, lo hacías en ese espacio… ¡Qué impresionante es esa etapa de la vida!

El impacto de la violencia emocional en los niños

Yo, por mi parte, también me sentí conmovido por el retrato de la psique del niño en la serie. La historia me hizo cuestionarme los errores que cometí al crecer y cómo la violencia o la falta de atención emocional pueden marcar a una persona.

Es muy fácil pensar que, si no golpeas a tus hijos, todo va a estar bien —comenté—. Pero la violencia no siempre es física; a veces, el descuido emocional es lo que crea monstruos invisibles, aquellos que se alimentan de la soledad, el rechazo y la rabia no gestionada.

Sí, la verdad, los papás no tienen tiempo ni saben cómo abordar la realidad de sus hijos. Pero eso no es excusa para no verlos, para no saber qué pasa en sus vidas, qué están sintiendo —me respondió Tere con tono serio.


La importancia de la crianza responsable y la autocrítica

Para mí, la serie también resonó porque me hizo recordar lo que viví cuando era niño.

Yo crecí con mucha violencia, mi papá me golpeaba con lo que tuviera a la mano porque era inquieto. Me decían que era tonto, que no aprendía, que no prestaba atención. Eso lo arrastras mucho tiempo —compartí con Tere.

Ahora, como adulto, he reflexionado sobre cómo me ha afectado emocionalmente. Ir a terapia fue un gran paso para entender mis emociones, pero no todos tienen esa oportunidad.

Eso es un privilegio, poder ir a terapia. La mayoría de las personas no pueden permitírselo —dijo Tere.


El temor de replicar patrones de violencia y la responsabilidad parental

Tere compartió una reflexión profunda sobre no querer replicar la violencia que sufrió en su infancia:

No quiero ser madre sin antes experimentarme como hija. Quiero ver qué puedo aprender de mis padres antes de pensar en ser madre. A veces, parece que la sociedad nos dice que no tenemos voz, que no podemos decidir sobre nuestro propio cuerpo. Pero es legítimo decidir lo que queremos.

En mi caso, he decidido que no quiero tener hijos.

¿Cómo podría tener hijos si ni yo mismo sé cómo manejarme emocionalmente? Es una carga que no sé si quiero asumir.


Reflexión sobre la justicia restaurativa y la sanación social

Tere también aborda el tema de la justicia restaurativa, algo que considero esencial.

No creo que el castigo resuelva nada. El dolor con más dolor no lleva a la sanación, no nos ayuda como sociedad. La justicia no debe ser venganza; debe ser reparación —dijo Tere.

Al final, la conversación con ella me dejó pensando en la justicia no como castigo, sino como un proceso de sanación y reparación.


La fábula de Platón y la reflexión final

Como Tere mencionó, a veces, el enojo legítimo de las víctimas no se puede sanar con castigo. La verdadera sanación está en encontrar formas de contención y reparación, en restaurar el tejido social que hemos roto con nuestras propias manos.

Es lo mismo, cuando salimos de nuestra cueva, descubrimos que fuera no hay solo oscuridad, sino una oportunidad de reconstituirnos.

Una reflexión que, como la serie, nos invita a cuestionar todo lo que creemos saber sobre la violencia, la crianza y la justicia.

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