Yucatán en peligro: Deforestación masiva amenaza su biodiversidad y clima

Entre 2010 y 2023, Yucatán perdió 16.1 mil hectáreas de bosque, una cifra alarmante que representa aproximadamente el 69% de su superficie terrestre.

Por Abraham Bote Tun

Durante más de una década, el estado de Yucatán ha enfrentado una grave crisis ambiental marcada por una preocupante reducción de su cobertura forestal.

Entre 2010 y 2023, Yucatán perdió 16.1 mil hectáreas de bosque, una cifra alarmante que representa aproximadamente el 69% de su superficie terrestre; según datos de la plataforma Global Forest Watch.

La deforestación, impulsada principalmente por la agricultura y la ganadería, ha tenido consecuencias devastadoras para el cambio climático y la biodiversidad.

Especialistas, como el Dr. José Luis Hernández del CICY, advierten que la deforestación no solo afecta la biodiversidad, sino que también contribuye al cambio climático, con el 14% de los gases de efecto invernadero provenientes de esta actividad. La conversión de tierras forestales en pastizales y terrenos agrícolas ha sido el principal motor de la deforestación, junto con la expansión urbana, especialmente en Mérida.

Para abordar esta crisis, Hernández propone medidas como la adopción de prácticas agrícolas más sostenibles, la promoción del transporte público y la creación de áreas de conservación. Sin embargo, la situación en la Península de Yucatán es aún más grave, con una pérdida anual de 71,395 hectáreas de selva entre 2019 y 2023.

Además, de acuerdo con la “Evaluación de la deforestación en la península de Yucatán 2019-2023”, realizada por el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, en los últimos años, la Península de Yucatán ha experimentado una alarmante pérdida de sus bosques, con una tasa anual de deforestación de 71,395 hectáreas, la más alta en décadas.

Esta devastación se extiende a los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, con Campeche liderando en la pérdida de bosques, seguido de Yucatán y Quintana Roo.

La expansión de la agroindustria, la ganadería, la industria inmobiliaria y turística, junto con proyectos de infraestructura como el “Tren Maya”, son los principales impulsores de esta crisis.

Los municipios más afectados incluyen Hopelchén en Campeche, Tizimín y Tekax en Yucatán, y Bacalar y Othón P. Blanco en Quintana Roo.

El debilitamiento de las instituciones ambientales y su captura corporativa por parte de intereses comerciales han exacerbado la situación.

Esta pérdida de selva no solo amenaza la biodiversidad y el equilibrio ecológico, sino también el sustento de las comunidades locales. Es imperativo tomar medidas urgentes para detener esta devastación y promover prácticas sostenibles antes de que sea demasiado tarde.

La devastación de la selva en la Península de Yucatán: Un panorama alarmante

En los últimos años, la Península de Yucatán ha sido testigo de una alarmante pérdida de sus valiosos bosques, un fenómeno que está dejando una huella preocupante en el paisaje natural y en las comunidades que dependen de él.

Según datos recientes de la “Evaluación de la deforestación en la península de Yucatán 2019-2023”, realizada por el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, la región ha perdido un total de 285,580 hectáreas de selva en tan solo cuatro años, lo que equivale a una deforestación anual de 71,395 hectáreas, o aproximadamente 196 hectáreas diarias. Esta tasa anual de pérdida es la más alta registrada en las últimas décadas y contrasta drásticamente con la media nacional, que se sitúa en tan solo 0.1%.

Los tres estados que conforman la Península de Yucatán, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, han experimentado una devastación considerable de sus selvas en los últimos años. Campeche encabeza la lista con la mayor superficie deforestada, perdiendo 29,281 hectáreas de bosque cada año. Le sigue Yucatán, con una pérdida anual de 27,519 hectáreas, y Quintana Roo con 14,595 hectáreas perdidas anualmente.

Este alarmante declive de la cobertura forestal en la península se atribuye principalmente a la expansión de la agroindustria, la ganadería, la industria inmobiliaria y turística, así como a proyectos de infraestructura como el controvertido “Tren Maya”.

Municipios como Hopelchén en Campeche, Tizimín y Tekax en Yucatán, y Bacalar y Othón P. Blanco en Quintana Roo, son algunos de los más afectados por esta devastación.

El debilitamiento de las instituciones ambientales del país también ha contribuido a esta situación, con una reducción drástica del presupuesto operativo de estas instituciones y un desmantelamiento de sus estructuras orgánicas.

Esto ha permitido la captura corporativa de estas instituciones por parte de empresas inmobiliarias, cadenas hoteleras y otras industrias, que priorizan sus intereses comerciales sobre la conservación del medio ambiente.

La pérdida de la selva en la Península de Yucatán no solo representa un grave riesgo para la biodiversidad y el equilibrio ecológico de la región, sino que también amenaza el sustento de las comunidades locales que dependen de los recursos naturales para su supervivencia.

Es urgente que se tomen medidas concretas para detener esta devastación y promover prácticas sostenibles que protejan y restauren los valiosos bosques de la región antes de que sea demasiado tarde

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