Diésel “ecológico” para el Tren Maya no hace al megaproyecto menos contaminante: expertos

Se trata de un diésel con menos azufre que el promedio

*Por Patricia Ramírez/Causa Natura Media

La ruta del Tren Maya usará 54% del llamado diésel ecológico y 46% de energía eléctrica para transporte de personas y carga. Esto forma parte de las medidas ambientales del megaproyecto que se dieron a conocer en junio pasado por María Luisa Albores, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). 

La principal característica del llamado diésel ecológico es sus bajos niveles de azufre, según lo presentado por el gobierno federal.

Sin embargo, denominar como “ecológico” a un combustible originalmente fósil ha sido puesto en duda por especialistas y defensores ambientales, así como el discurso oficial que promociona al Tren Maya como un proyecto sustentable y amigable con el medio ambiente.

¿Un diésel no contaminante? 

El diésel es un hidrocarburo que al ser derivado del petróleo se denomina como una energía fósil, igual que el carbón y el gas natural. Aunque este tipo de combustibles se forman a partir de la descomposición de materia orgánica, al ser sometido a procesos de quema (combustión) libera gases como benzopireno, dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno.

Dichos gases van hacia la atmósfera y traen como consecuencia el calentamiento global. A esto también se le atribuyen otros impactos ambientales como la contaminación de aire, suelo y agua, la lluvia ácida, el aumento de sequías y de inundaciones. Mismos que repercuten en la salud.

Ante la crisis climática y los esfuerzos para su mitigación, países como Alemania, Francia o Estados Unidos han implementado el llamado biodiésel, formado a base de aceites vegetales y grasas animales, que produce menos emisiones de gases durante su combustión.

Sin embargo, el biodiésel no debe confundirse con el diésel ecológico, en realidad llamado diésel bajo en azufre. Ya que a diferencia del primero, el segundo (que será utilizado en el Tren Maya) sólo tiene la particularidad de contener una concentración de azufre menor.

“El tren va a funcionar con un diésel especial no contaminante. Por eso hablo de una buena noticia, porque es un diésel que se va a importar de la refinería Deer Park (de Pemex), y no sólo se va a utilizar para el tren, de bajo contenido en azufre, no contaminante, sino ya se tomó la decisión que va a ser el diésel que se va a utilizar en toda la península…”, señaló el presidente Andrés Manuel López en conferencia matutina desde diciembre del año pasado.

Este tipo de promoción respecto al Tren Maya ha derivado en que el proyecto sea publicitado en sus canales oficiales como sustentable y amigable con el medio ambiente.

Un diésel con impacto ambiental 

De acuerdo con expertos consultados por Causa Natura Media, los bajos niveles de azufre en el diésel ecológico no representan necesariamente un menor impacto ambiental.

“Menor dióxido de azufre no quiere decir que no sea contaminante porque todavía genera dióxido de carbono, que es uno de los principales gases de efecto invernadero, y óxido nitroso que afecta la salud de las personas y tiene un potencial de retener el calor mucho más fuerte que el dióxido de carbono”, explicó Viridiana Lázaro, especialista en agricultura y cambio climático en Greenpeace México.

El azufre es un componente natural del petróleo. Y se estima que el diésel bajo en azufre contiene 97% menos que el típico, lo que contribuye a disminuir las emisiones de gases a la atmósfera.

Aunque en el caso de este “diésel ecológico” se mantiene la presencia de otros compuestos como el óxido nitroso, del que se ha documentado que las moléculas pueden permanecer en la atmósfera hasta 114 años antes de ser eliminadas. De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, tan sólo un kilogramo de este óxido liberado representa casi 300 veces el calentamiento que produce la misma cantidad de dióxido de carbono.

“El efecto negativo más importante es la expedición de CO2 al ambiente y no hay forma de quitarlo. Por mucho que se extraiga de manera más eficiente el efecto negativo está ahí. No hay forma de llamarlo ecológico. Eso es greenwashing puro”, dijo Luis Zambrano, investigador del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El investigador reconoce que cambiar la movilización a tren es una mejora en términos de políticas públicas. Sin embargo, en casos como el Tren Maya estas intenciones se ven mermadas al tratarse de un megaproyecto turístico que sigue promoviendo el uso de carreteras para viajar en auto hasta el destino, así como los viajes en avión para llegar a Cancún, Quintana Roo.

“Atraer este turismo en realidad no es reducir los efectos del ecosistema, es promover más impactos”, agregó.

Un megaproyecto (no) sustentable

Sobre los impactos del diésel bajo en azufre a largo plazo, Viridiana Lázaro de Greenpeace reconoce que sí podrían haber algunas diferencias.

“Que el dióxido de azufre esté disminuido es una ayuda, no hay que negarlo. Pero hablamos del Tren Maya desde el ángulo de que no ha sido una buena idea en esa zona por el impacto ecológico que tiene, por la deforestación que se ha realizado y por la fragmentación de un ecosistema y un corredor ecológico muy importante que conecta México con América Central”, puntualiza la especialista.

Pero para poder dimensionar si el diésel bajo en azufre puede resultar o no un beneficio, especialistas coinciden en que debe ponerse en contexto el megaproyecto del que se está hablando. Además de no caer en la narrativa sobre un combustible no contaminante.

“Este diésel bajo en azufre no es equivalente a todos los gases de efecto invernadero que se liberaron con la deforestación que hubo para la construcción… Entonces si se pone en la balanza estos dos aspectos, yo no te puedo decir que utilizar diésel es mejor que el convencional porque, aunque puede serlo, en este contexto lo mejor sería que el Tren Maya no se hubiera dado en esas condiciones”, concluyó Lázaro.

*Este contenido fue producido con el apoyo del Institute for War And Peace Reporting y la mentoría de Animal Político, en el marco del programa Mexican Journalism Resilency.

*Este artículo fue originalmente publicado en Causa Natura Media.