“Mientras más personas se dediquen a lo que aman, tendremos más personas felices”: Miriam Chi
Miriam Chi Chim, yucateca que actuó en una película de Netflix
Por Abraham Bote Tun
El primer acercamiento de la yucateca Miriam Chi Chim con las artes escénicas fue cuando era apenas una niña. Le encantaba jugar, crear personajes y universos en su imaginación. Se colocaba vestidos y los modelaba. En una ocasión, a los 8 años, tomó prendas de ropa que había en su casa y se las puso hasta que se cuerpo se fue “inflando”, se puso lentes, un pasamontañas y guantes, aunque había mucho calor así pasó por todo su hogar.
Sin embargo, en ese momento no estaba consciente de lo que estaba haciendo, simplemente “estaba jugando”. Para poder encontrar su camino hacia la actuación tuvo que atravesar por todo un proceso de reflexiones, dudas, decisiones y sacrificios. Un retiro religioso en Izamal le ayudó a encontrar su verdadera vocación: la actuación
La actriz, originaria de Ticopó Yucatán, participó en la película Qué culpa tiene el karma, una producción de la plataforma internacional de Netflix, la cual fue filmada en Yucatán. En entrevista platica sobre su experiencia en esta película y su camino para llegar hasta este momento.
Actualmente es egresada de la carrera de Licenciatura en Teatro, de la Escuela Superior de Artes de Yucatán (Esay), no obstante, tuvo una infancia alejada de las artes, sus familiares no la llevaban a bailes, obras de teatro, no se podía. Creció sin conocerlo de manera profunda, no participó en obras escolares.
Fue hasta que empezó a estudiar en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTM), que experimentó ese llamado y pasión por el teatro. Durante su estancia en este instituto, Miriam tenía un vacío, un sentimiento de no pertenecer a ese lugar, pero no sabía muy bien la razón.
Entonces, una compañera la invitó a asistir a un retiro religioso en Izamal. Ahí tenían que hacer varias actividades, una de éstas fue hacer un sketch sobre la prevención del embarazo. “Fue la primera vez en mi vida, desde que era niña que me había divertido”, confiesa.
Sus amigas le dijeron que era muy graciosa y que debería pensar en estudiar teatro. Esas preguntas le hicieron reflexionar sobre el rumbo de su vida. ¿Yo, teatro, sí soy bien penosa”, pensó?
Luego retomó sus estudios en la UTM y con esto vuelve esta crisis existencial de no pertenecer, pero todo estaba dispuesto para que ella se dedicara a la actuación, pues poco tiempo un estudiante de intercambio pasó a su salón para invitar a la estudiante a su proyecto teatral. Esa fue la segunda señal que le indicaba el camino.
Aunque se dijo así misma que era lo necesitaba, “sentí como una luz se iluminó dentro del salón de clases”; dudó, Se dejó llevar por sus emociones y no acudió al llamado, incluso esta situación se lo platicaba a su terapeuta.
Al final, luego de meditar y dejar a un lado los prejuicios, dudas y presión de sus familiares, de la sociedad, acudió a los talleres de teatro. Llegó al salón con la decisión de ser actriz. Hicieron una obra que se presentó en la escuela.
Para luchar con su timidez, su madre le dio aliento para subir al escenario. “Cuidadito y no quieras subirte al escenario porque te bajo del pelo”, le dijo.
“La primera vez que pisé un escenario fue extraño, y me sentí como nunca, te entra una adrenalina super chingona en el cuerpo, que te quieres comer el mundo. Y me dije: de aquí soy”, recuerda.
Pero el miedo seguía presente, pues si dejaba de estudiar a qué se iba a dedicar. En la UTM se sentía de alguna manera protegida, “seguía en el juego, pero no en el que realmente quería”.
Empezó a tomar varios talleres de actuación para seguir su formación, pero igual todavía quería estudiar una carrera, no había decidido estudiar de manera formal el teatro, pensaba que el arte no era una profesión. Hasta que una de sus maestras le dijo que su lugar era el ESAY.
Por fin se quitó los prejuicios que le atormentaban la cabeza, los comentarios negativos y por fin tomó las riendas de su vida, Se dijo: “Soy buena en esto”, nunca le habían dicho que era buena para algo, y empezó a estudiar Teatro.
¿Cómo llegaste a Netflix?
Gracias a los talleres, y proyectos en los que ha participado muchas personas han conocido su trabajo, entonces la oportunidad de salir en una película de Netflix fue porque la maestra Alejandra Díaz de Cossío recomendó su trabajo. Luego de mandar un vídeo con su trabajo, pasa varios filtros hasta que le indican que sí quedó en la producción.
La yucateca confiesa que todavía está asentando sus emociones, todavía no cree ver su cara reflejada en la pantalla, pero sabe bien que tomó la decisión correcta al dejar todo para enfocarse en la actuación. En un momento, ve imágenes de su pasado. “Veo todo por lo que he pasado, por todo lo que he luchado…sí tomé la mejor decisión”.
Miriam Chi ve a la actuación como una relación de pareja. Si amas a una persona vas a estar ahí, te va gustar sus defectos, su cara, su personalidad, lo qué es. No todo va a ser hermoso, pero sí realmente amas y quieres a esa persona ahí vas a estar para crecer y aprender juntos. “Yo espero algún día lograr tener una relación así”.
El teatro le ha ayudado a conocerse más, a amarse más. Cada día, vemos mayor inclusión en las producciones, más personajes principales de mujeres, de tez morena, afrodescendientes, presencia de la comunidad LGTB. ¿Ya hay un cambio de conciencia, una revolución en el cine? “Creo firmemente que cada vez que una persona morena sale en el cine, ya sea delante de la cámara o detrás, se visibiliza su trabajo y hay que seguir así, exponer el trabajo de todas las personas. Mientras se hable del trabajo y más apoyes a los tuyos, más va a salir gente”.
Además, su trabajo le va a llegar a las personas que se estén moviendo por un sueño. “Mientras más personas se sientan identificadas y quieran hacer lo que realmente aman, vamos a tener personas más felices”, concluyó.