A las yucatecas músicas no las detiene el machismo, las une para luchar

Por Cecilia Abreu

foto cortesía Kafi

La cantante Karla Sofía Patrón, mejor conocida en el mundo de la música como Kafi, aquí en Mérida yo veo una fuerte unión de las mujeres que somos músicas”.

Entre ellas, cuenta, no son una competencia sobre temas machistas como “quién muestra más o quién sucumbe más a eso”, sino una escena muy fortalecida, de mujeres firmes en lo que hacen y decididas a lograr sus metas en el ámbito.

“Todas son preciosas y buenísimas en lo que hacen, pero no cayendo en esas tendencias universales de sexualización de la mujer y de objetivización; se me hace increíble y creo que es algo que se debe proteger”, pues desde allí hasta apoyar y escuchar la música de sus colegas puede percibir esto.

Mira a su alrededor y describe “es un tema (el machismo) que tiene muy marcadas algunas condiciones, tanto para hombres como para mujeres […] Mientras podamos seguir haciendo proyectos ideales a nuestra identidad creo que vamos ganando”.

En su caso, como mujer, lamenta que en muchas ocasiones hay “reglas absurdas y difíciles de seguir, sobre todo en la parte de la imagen pública”; siente que existe una presión constante para que las mujeres luzcan de determinada forma, siento esta una distinción específica para ellas, “en proyectos masculinos no importa tanto qué te pongas, no importa tanto tu maquillaje y un buen de cosas; a las mujeres se nos agrega ese peso extra de ‘vernos bien’”.

Foto cortesía Kafi

Su visión, explica, es encontrar formas que le funcionen a cada una de forma personal, situación que es un reto al estar “en una industria donde constantemente se te sexualiza, se te buscan aspectos que no van directamente relacionados con tu música, pero la gente quiere ver eso y no se vale”.

Además de esto, a las mujeres en la música les incrementa la presión de mantenerse en reinvención constante, así como otros aspectos que no son latentes para los hombres y tampoco debería serlo para ellas.

Esta situación también la compartió la saxofonista Victoria Ballote, “hay una mentalidad machista de que una mujer se ve mejor tocando que un hombre”, lamenta que esta objetivización lleva a que incluso quieran pedirles que utilicen “poca ropa” y esto no es algo con lo que esté de acuerdo.

Persiste la desigualdad

Visibiliza que actualmente continúa habiendo más hombres dedicados a la música que mujeres y, además, en ocasiones les dan prioridad para darles ciertos espacios, excepto si utilizan la objetivización.

Pero para ella la forma de vestir no es lo más importante, “siempre me he preocupado más por mi sonido y mi forma de tocar que por cómo me visto”, por eso da lo mejor de sí misma, preparándose y estudiando, dejando de lado esas presiones con las que no concuerda.

foto cortesía Malamala

Daniela Peraza Rodríguez, Malamala, por su nombre artístico, mira que el machismo y el patriarcado están presentes “en toda la vida, pero también en el artístico y musical”, pues lamenta que incluso en los videos musicales es evidente, al notar que las mujeres hacen “circo, maroma y teatro, un super show con luces, flores, con videos super producidos”, en contraste, los hombres solamente salen con un micrófono cantando y les va bien.

Las exigencias, expone, no son las mismas para los hombres y para las mujeres, “a los hombres les basta con solo cantar y no entiendo por qué a las mujeres no, la tenemos un poco más difícil”.

Concuerda con Victoria al darse cuenta de que hay más hombres que mujeres en el ámbito, especialmente en los puestos “altos”, como managers, productoras, ingenieras de audio, entre otras; “yo a mi equipo lo amo y agradezco todo lo que hacen por mí, pero hay ciertas cosas que solo entre mujeres podemos entender”.

Invita a las mujeres a seguir sus sueños, “estos 100 por ciento segura de que hay miles de mujeres que se mueren de ganas de ser productoras, ingenieras de audio, bateristas y siento que se las ponen muy difícil”.

“En este camino nadie se mueve por sí solo”, conoce a Kafi

Kafi, recuerda que “desde siempre” su sueño fue dedicarse a la música y desde los 7 años comenzó a asistir a castings; pero fue alrededor de sus 16 años cuando la composición llegó a su vida.

En el 2019, sus planes de sacar su primer disco comenzaron y, aunque recuerda que tardó en dar este paso porque le daba pena que la escucharan, logró vencer esa sensación y cumplir uno de los sueños que desde muy pequeña había tenido.

“Mi familia es muy musical, vengo de una familia que es artista, de alguna manera todos se dedican de alguna manera, o se dedicaron durante la juventud, a la música o al baile”; sus principales ejemplos la impulsaron, su mamá fue bailarina y su papá cantante.

Valora que siempre la apoyaron y motivaron a formarse, “conforme fui creciendo nunca se separaron de mí”.

Desde los 11 años comenzó a tomar clases de canto y solfeo, también tomó clases de piano y, siendo autodidacta, aprendió a tocar la guitarra y un poco del bajo; pero “me considero más cantante que nada”.

Este camino, reconoce, necesita de mucha disciplina y paciencia, pero también mucho autoconocimiento para no perder el enfoque sobre tus objetivos personales; “este último año me he topado con vencer muchos miedos”.

Una de sus mayores enseñanzas, además de vencer la pena y dar a conocer su trabajo, es que en todo momento las personas están impulsándose unas a otras, “cuando existe una escena de música, el trabajo de uno impacta en el otro”.

Mira a las demás yucatecas que están dedicadas a la música y enfatiza que, así como ve su crecimiento personal en el último año, también lo ve en ellas, “y es muy emocionante, la verdad, ves la sinergia que genera un proyecto y es como un engrane que mueve una maquinaria mucho más grande que nosotros”.

“Sueños cumplidos”, es como mira los últimos meses de su vida y celebra que tanto su disco como los videos musicales son sus mayores logros, así como presentarse en el Palacio de la Música y mirar en retrospectiva cuando aún cantaba solita en su cuarto.

Uno de sus retos, es saber que la música es una elección que le requiere “24/7”, pero deja que su emoción se desborde al decir que su vida hoy es completamente música, gira alrededor de hacer música, conocer gente y colegas del ámbito.

Su formación es lo más importante para alcanzar sus metas: Victoria Ballote

foto cortesía Victoria Ballote

Victoria es saxofonista desde los 17 años y, aunque ella no se imaginaba que un día su sueño sería dedicarse a la música, fue gracias a su papá, que también es saxofonista, que conoció el instrumento, aunque antes de esa edad no se sintió verdaderamente interesada por él.

Fue al entrar a la preparatoria, cuando tomó el taller de música y conoció a la banda de allí que el instrumento comenzó a tomar una parte importante de su vida, pues comenzó a practicar para formar parte de la agrupación.

En 2019 entró al Concurso de Saxofón de Jazz Panamericano y ganó el primer lugar, recuerdo que atesora como uno de sus mayores logros; además ha formado parte de la Merida Big Band, lo que le permitió desempeñarse con diversidad de artistas y actualmente está estudiando la licenciatura en Jazz en Xalapa.

Uno de sus principales retos personales es sentir que está siendo comparada constantemente con su papá, “ha sido un reto tratar de ser como él, al principio a mí me costaba trabajo que me dijeran, ‘es la hija de Pepe Ballote, seguro toca genial’; esa comparación me pesaba”.

Esta situación la llevó a pensar que tenía que tocar como su papá, hasta que fue quitándose de ese peso y reconociendo que cada quien tiene su propio estilo y personalidad, “ahora mi reto es enfrentar que hay más músicos hombres y que se impresionen cuando hay una mujer que toca un instrumento”.

Malamala, una acompañante de tus días

De forma profesional, Malamala comenzó a dedicarse a la música desde hace dos años; pero, al igual que Kafi, siempre ha perseguido este sueño, siempre tomó clases, participó en obras de teatro y eventos relacionados.

Actualmente es cantante, pero también está formándose para tocar el piano, “desde chiquita me acuerdo que mi abuelita me ponía películas musicales”, con esto recuerda que solía juntarse con sus primas a preparar bailes y cantos para poner en escena frente a su familia.

Su abuelita también solía cantarle y, en general, durante su infancia hubo mucha música, desde sus actividades hasta dormirse con la música de Cri-Cri, “siempre me fomentaron mucho ese lado artístico, entonces cuando crecí y me empecé a dar cuenta de que cantaba bien fue una motivación”.

Comenzó a tomar clases y, con entusiasmo, desde los 15 años vio que dedicarse a ser cantante sería posible; sin embargo, cuando llegó el momento de elegir su carrera su familia la orilló a estudiar otra cosa.

foto cortesía Malamala

“Empecé a estudiar comunicación y, a la par, me instruía más en la música, hasta que me gradué y empecé a dedicarme de lleno”.

Aunque reconoce que lo mejor para el medio es empezar desde chica, en su caso siente que fue lo correcto estar en el ámbito hasta su juventud, pues considera que hay obstáculos que no hubiera sabido manejar.

Saber que la gente disfruta con su música, que les hace bailar o la ponen en diferentes momentos de su vida es uno de sus logros favoritos, “ser ese acompañamiento directo en el día a día de las personas”; por eso estar en playlists de Spotify es uno de sus objetivos alcanzados.

“En México, no es lo ‘normal’ dedicarte a la artisteada y a la música, es mejor visto cuando tienes un trabajo ‘real’, las artes no tienen tantos fondos”, lamenta que no hay tantas oportunidades para quienes quieren dedicar su vida al arte como para quienes deciden elegir medicina, leyes, etcétera.

Aunque las oportunidades parecen ser pocas, la cantidad de personas que se atreven a intentar este camino son cada vez más, percibiendo como un reto sobre salir entre todo el contenido que es difundido por medio de plataformas como Spotify.

De forma personal, siente que ella misma frena su proceso creativo porque intenta alcanzar la perfección “y nada más pierdo tiempo sobre pensando las cosas”.

Finalmente, aconseja con el corazón para las personas que quieran dedicarse a la música que “escojan bien al círculo en donde desarrollarán sus proyectos porque es algo que viene de ti y es como dar la cara, el equipo es todo y si hay manera de que el equipo esté rodeado de mujeres chingonas, mejor”.

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